El pianista Evgenio Koroliov, reconocido por sus interpretaciones de Bach, lleva al Palau el libro I de El clave bien templado
27 enero 2022
El próximo miércoles, 2 de febrero, a las 20 h, el pianista ruso Evgeni Koroliov, reconocido internacionalmente por sus interpretaciones de Bach y que ha consagrado parte de su vida a la profundización del estudio de la obra del compositor alemán, vuelve al Palau de la Música Catalana para interpretar El clave bien templado (libro I). Un compendio de 24 preludios y fugas escritos en todas las tonalidades mayores y menores de la gama cromática y que corresponden a la primera parte de una de las principales aportaciones de J. S. Bach a la literatura para teclado. Una obra que ejerció una notable influencia en compositores posteriores y que es un elemento imprescindible del repertorio de los intérpretes especializados en música barroca.
Koroliov, discípulo de los míticos Heinrich Neuhaus y Maria Yudina, se reencontrará con el público barcelonés después de haber tocado en los últimos años en el escenario modernista El arte de la fuga (2016) y las Variaciones Goldberg (2019). Es un placer, pues, contar nuevamente con este intérprete que fue elogiado por el compositor húngaro György Ligeti con estas palabras: “Si tuviera que llevarme a una isla desierta sólo una obra musical, elegiría el Bach de Koroliov. Lo sentiría hasta mi último aliento”. Cabe decir que el pianista ruso interpretó en directo en Moscú el primer libro de El clave bien templado a los diecisiete años.
Referente a la obra que oiremos en el Palau, tal y como explica el crítico musical Lluís Trullén en el programa de mano del concierto, “el origen de este primer volumen se remonta al año 1720 cuando Bach ocupaba el puesto de maestro de capilla y director de música de cámara al servicio del príncipe Leopoldo de Anhalt-Köthen. Allí escribiría un libro de ejercicios para su hijo de diez años Wilhelm Friedemann que se convertiría en la génesis de un volumen terminado en Köthen en 1722 y que sería impreso póstumamente en el año 1801. Veinticuatro preludios con sus correspondientes fugas –ejemplificación práctica del dominio de la técnica del contrapunto– sublimes, como la cuarta a cinco voces; trepidantes, como la décima a dos voces; o serenas, como la escrita en Sol menor (núm. 16). La monumental y compleja fuga en La menor (núm. 20) o la trascendencia de la fuga a cinco voces en Si bemol menor (núm. 22) preceden a la inmensa y suntuosa fuga en Si menor que cierra este primer libro. Todas las fugas vienen precedidas por preludios monotemáticos, celebérrimos como el primero, segundo, quinto o sexto; trascendentales como el octavo; de alta demanda de articulación, como el décimo; emotivos, como el escrito en Sol menor, o de un sublime misticismo alcanzado en el último.”
(fotografía de Evgeni Koroliov ©Gela Megrelidze)