Nació en San Petersburgo en el año 1906 y falleció en Moscú en 1975. En 2025 se cumplirán cincuenta años de su fallecimiento, pero su música sigue siendo igual de conmovedora que cuando fue escuchada, generalmente por primera vez, la mayoría de las veces en su Rusia natal.

Shostakóvich fue uno de los muchos artistas que permanecieron en Rusia durante la escalada del régimen soviético. Como resultado, Shostakóvich disfrutó tanto de los privilegios de ser considerado un compositor afín a los objetivos de enaltecimiento del alma rusa, como también sufrió la angustia de la persecución al ser considerado disidente respecto a las directrices del Partido Comunista de la Unión Soviética. Su música contiene ecos del folclore ruso y a la vez la adscripción a la tradición musical occidental, y, por supuesto, su propia voz: desgarrada, majestuosa, atormentada, emotiva, apasionada, virtuosística, mística.

En el Palau recordaremos a este gran compositor con la programación, en el concierto inaugural con la Filarmónica de Viena, de su Décima Sinfonía, escrita justo después de la muerte de Stalin. También escucharemos los 24 Preludios y fugas para piano —reflejados en los de J. S. Bach—, los dos Tríos con piano y tres de los quince Cuartetos de cuerda que escribió, además de la Obertura en temas populares rusos y kirguisos escrita en 1963, volviendo a mirar hacia su amada Rusia, la de estepas, danzas alegres y coloridas. Shostakóvich es, aún hoy, un gran desconocido: ¿héroe o antihéroe?

Dmitri Xostakóvitx