Nacido en Ansfelden (Austria) en 1824, es un eslabón esencial en la evolución de un romanticismo que derivará, en el cambio de siglo, hacia un postromanticismo grandilocuente y, en contraposición, hacia la aparición de las vanguardias del siglo XX.

En 2024, el Palau desea recordar el 200 aniversario del nacimiento de este compositor programando dos de sus nueve sinfonías más emblemáticas: la Sinfonía número 3, "Wagner", y la Sinfonía número 9, que quedó inacabada.

La admiración mutua entre Richard Wagner y Anton Bruckner llevó a Wagner a afirmar: "Si alguien tiene ideas sinfónicas después de Beethoven, es Bruckner". Bruckner, a su vez, quiso manifestar su admiración hacia Wagner dedicándole una de sus sinfonías, la tercera.

Bruckner no pudo evitar la "maldición de las nueve sinfonías", que tuvo en Beethoven su primera "víctima". De hecho, Bruckner no pudo terminar su Novena Sinfonía, aunque generalmente se interpreta en su totalidad, a pesar de la falta del último movimiento.

Organista en el monasterio de St. Florian y en Linz, en la etapa previa a dedicarse por completo a la composición sinfónica en Viena, en el órgano pudo probar algunos de los temas que luego desarrollaría a nivel sinfónico.

Es por eso que también lo recordamos programando un recital en el órgano Walcker con una transcripción de la Sinfonía número 6, a cargo del organista Hansjörg Albrecht.

Anton Bruckner